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De los cuentos a las cuentas (Acerca de Valentín Andrés Álvarez) Imprimir E-Mail
escrito por AVA   
sábado, 17 de febrero de 2007
LUIS ARIAS ARGÜELLES-MERES

En septiembre del presente se cumplirán 25 años de la muerte de Valentín Andrés Álvarez. El RIDEA, anticipándose a tan importante efeméride, dedicó unas interesantes jornadas al polígrafo de Grao, en las que tuve el honor de participar. Cuando escribí mi libro más reciente, «Ortega y Asturias», me percaté de que la relación entre Ortega y el autor de «Tararí» no sólo fue fecunda en su momento, sino que permitía también una compresión profunda y fecunda de la vida y obra de una de las mentes más preclaras que tuvo Asturias en el pasado siglo.

Haber pasado de los cuentos a las cuentas, como es el caso de don Valentín, significa y sugiere muy importantes cosas. En primer término, la admirable rareza, al menos estadísticamente hablando, que supone en nuestra cultura la presencia de figuras con demostrada capacidad para las letras y para las ciencias, figuras que nos retrotraen al modelo renacentista que tan lejos nos queda. Y, en segundo lugar, lo que tiene aún mayor trascendencia en el caso que nos ocupa, se nos plantea la posibilidad de intentar acercarnos a la trayectoria científica, vital y humana de don Valentín, según la atractiva manera de concebir las biografías por parte de quien fue su maestro, es decir, de Ortega:

«Las cuestiones más importantes para una biografía serían estas dos que hasta ahora no han solido preocupar a los biógrafos. La primera consiste en determinar cuál era la vocación vital del biografiado, que acaso éste desconoció siempre. Toda vida es, más o menos, una ruina entre cuyos escombros tenemos que descubrir lo que la persona tenía que haber sido. (...) La segunda cuestión es aquilatar la fidelidad del hombre a ese destino singular, a su vida posible. Esto nos permite la dosis de autenticidad de su vida efectiva».

De los cuentos a las cuentas. De la literatura a la economía. No hay ninguna duda acerca de la valía demostrada por don Valentín en ambos empeños. Lo que sí cabría preguntarse es lo que influyeron las circunstancias en ese proceso vital. Y preguntárselo al orteguiano modo. Quiere decirse que el método biográfico sugerido por Ortega podría dar mucho de sí aplicado a uno de sus discípulos asturianos más brillantes, teniendo en cuenta además que el magisterio del filósofo madrileño se extendió también a literatos que elevaron el género biográfico al listón más alto que imaginarse cabe. Piénsese al respecto en escritores de la talla de Jarnés y de Antonio Espina. Y no se olvide, por otra parte, que en tal materia el magisterio orteguiano llega también a Juan Antonio Cabezas, uno de los primeros biógrafos de Clarín, que hizo de casi todo biografías, hasta de la tierra suya y nuestra, es decir, de Asturias.

¿Por qué en Asturias se sigue soslayando que hemos sido el principal vivero del orteguismo, que el pensamiento del filósofo más sobresaliente que ha tenido este país prendió, cuantitativamente, más en nuestra tierra que en ninguna otra parte de España? ¿Nos podemos permitir el lujo de seguir obviando algo así? Conste que no es, aunque pudiera maliciarse, una pregunta retórica.

Pero volvamos a don Valentín. Estamos hablando también de una de las personas que mayores claridades arrojó sobre lo que es Asturias. En semejante convencimiento coincido totalmente con Manuel Fernández de la Cera, cuya admiración por el personaje que nos ocupa es manifiesta.

De una parte, no se puede evitar la nostalgia que se apodera de nosotros al confrontar con la actualidad figuras de la relevancia de don Valentín. Y, de otro lado, se echa también de menos el humor que tanto nos caracterizó, del que en su momento se hizo eco Alarcos al hablar de la poesía de Ángel González: «Quizás es el que mejor representa en la lírica lo que puede llamarse tono asturiano: una mezcla de humor irónico, de melancolía, de sobriedad expresiva, de natural profundidad y poco colorido».

De los cuentos a las cuentas. Discípulo muy apreciado por Ortega. Hombre que frecuentó las tertulias más importantes de Madrid, pionero en España de los estudios sobre economía. Bueno, en el sentido machadiano. Tocado por ese sentido del humor asturiano al que acabamos de referirnos.

Para encontrarnos a nosotros mismos, para transitar vidas y obras en las que podamos identificarnos como asturianos, conviene una zambullida en la obra de este personaje al que no nos podemos permitir el lujo de olvidar.

Recordemos lo que Juan Cueto Alas sentenció sobre don Valentín: «Él bailó el primer tango de París pero también la última danza prima de Grado».

Léanlo, por favor. Se sentirán reconfortados, llegando de su mano a las tertulias de Ortega, recorriendo un tiempo y un país que nos pertenecen. Del todo.

 
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