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lunes, 20 de noviembre de 2006

Presentación y coloquio: LOPEZDEBEGA Y GARROTE BILL o 'Las tribulaciones de un profesor de lengua en secundaria' de Francisco García Pérez.

El próximo viernes día 24 de marzo a las 19 horas nos visita

Francisco García Pérez para hablarnos de su nuevo libro “Lopezdebega
y Garrote Bill o Las Tribulaciones de un profesor de Lengua en
Secundaria” (Editorial LARIA). Esta actividad está organizada por la
Biblioteca Municipal y la Asociación Cultural “Valentín Andrés”.

El Autor
Francisco García Pérez, nació en Oviedo en 1953, aunque en su haber
podemos apuntar su vinculación familiar con Grado. Es Doctor en
Filología y Catedrático de Lengua Castellana y Literatura de Enseñanza
Secundaria. Ejerce como profesor (como se “intuye” en algunos de sus
artículos) en centros públicos desde 1981.
Fue Secretario General Técnico y Director de Difusión Cultural en el
Consejo Preautonómico de Asturias a finales de los años 70, tras haber
colaborado en distintos medios asturianos y nacionales, coordina desde
1992 el suplemento “Cultura” en el diario La Nueva España, donde ha
firmado más de un millar de artículos sobre temas culturales y de
educación.
Es autor de Crónicas de El Bierzo (Penthalon, Madrid, 1981), Lo que
hay que oír (vtp-KRK, Oviedo, 1995) y Una meditación sobre Juan Benet
(Alfaguara, Madrid, 1997), además de numerosas colaboraciones en
volúmenes colectivos.
Le gustan la mar, los perros, caminar, cocinar, la risa y el fútbol, Le
apasiona Leer.

El Libro
“Lopezdebega y Garrote Bill o Las Tribulaciones de un profesor de Lengua en Secundaria” Recoge 50 artículos publicados en La Nueva España y que, en palabras del propio autor, “tratan sobre las dificultades de enseñar e instruir y sobre asuntos relacionados con la lengua castellana o española.
El primero data de 1998; y el último, de 2005”.
<Al escribirlos, procuré siempre que los presidiera y anidase en ellos buen humor, aunque la realidad del aula o el empeño destructor de tantos hablantes no ahorran esfuerzos para dificultármelo>.

libro

LOPEZDEBEGA
(Artículo que abre el libro que se presenta en Grado
y publicado también en La Nueva España el 9 de abril de 1998)
“Ayer volví a sufrir una pesadilla: soñé que estaba corrigiendo ejercicios
de la segunda evaluación. Se trataba de una prueba objetiva, antes
llamada examen, sobre Don Quijote. La rutina de costumbre: aciertos,
desconciertos, poca variación con lo ya observado en el aula. Pero allí
estaba, aguardando para ponerme a prueba, el trabajo de cierto alumno,
cuyo rendimiento a lo largo del trimestre aún no me había permitido
formarme una idea cabal acerca de sus méritos.
Había yo planteado la primera cuestión, antes llamada pregunta, en los
siguientes términos: Escribe el nombre del autor de Don Quijote. Me
pareció un comienzo satisfactorio, suficiente para que fuesen entrando en
calor y ganando en confianza mis educandos, antes de interrogarlos sobre
arduas figuras textuales. Pero allí estaba, acechándome como el guarda al
furtivo, la tremenda respuesta de mi alumno: Lopezdebega. No lo dudé un
instante: taché la contestación y escribí “MD” en el margen, con trazo
firme. Todo el mundo sabe que Don Quijote es obra de Cervantes.
Además, escribir, Lope de Vega de aquella forma que el chaval lo había
escrito mostraba un absoluto desconocimiento de lo más elemental de la
Literatura y aún de la Ortografía.
Pero, entre las brumas de mi pesadilla, vi cómo sobrevolaban mi
cabeza, BOEs, Disposiciones Transitorias del Ministerio, Circulares,
Recomendaciones del Gabinete de Orientación, Actas de la Comisión de
Coordinación Pedagógica, Amenazas de la Asociación de Padres... y
comencé a dudar. El alumno parecía errar el concepto, sí. Pero eso de que
Cervantes escribió el Quijote no deja de ser un acuerdo transitorio entre
académicos y otros estudiosos. ¿Acaso sabemos con exactitud cuántas de
las obras atribuidas a Shakespeare le pertenecen a ciencia cierta?
¿Existió Homero con carne de mortal? ¿Era Cervantes judío o bujarrón?
¿Sabemos siquiera qué día nació? ¿Qué sorpresas no nos depararán
futuros estudios cervantinos? De modo que, ojo, no deduzcamos, así por
las buenas, que el muchacho yerra en el apartado conceptual. Y mucho
en el procedimental: el alumno contestó a la pregunta, escribió, incluso
tuvo que leer o, al menos, escuchar en clase para llegar a la conclusión
Lopezdebega. Es más: Lope de Vega y Cervantes fueron coetáneos, lo cual
demuestra el poder asociativo del chaval respecto de los periodos
históricos. No hablemos de ortografía: bien sabido es que el propio
Cervantes llegó a firmar Cerbantes. Y ya la voz de García Márquez en la
tinieblas de mi pesadilla: “No a la ortografíaaaa...!” Ni hablemos tampoco
del terreno actitudinal: aquel chico había asistido al examen, se había
sentado al pupitre, no me había insultado, ni siquiera mirado con
repugnancia. ¿No revela tal comportamiento una disposición positiva ante
el mundo de la educación? ¿Acaso debería medirlo por el mismo rasero
que a aquellos que acuden a mis enseñanzas bajo el efecto de alcoholes o
psicotrópicos, o que no acuden, incluso, prefiriéndome en favor de las
máquinas tragaperras y el naipe?
Taché el “MD” y escribí al lado “Suficiente”. Pero de las oscuridades
somnolientes surgían de nuevo Resúmenes de las Sesiones del Consejo
Escolar, Emanaciones Dispositivas de la Jefatura de Departamento,
Conminaciones de la Inspección de Enseñanza Secundaria, Contenidos
Mínimos, Adaptaciones Curriculares... y seguí dudando. ¿A qué abismos
abyectos se vería abocado mi alumno con tan exigua calificación? ¿No
engendraría en él acaso un odio cerval a la literatura, capaz de arrojarle
en brazos de la desobediencia a los mayores, el desprecio a las
instituciones y quién sabe si al crimen? ¿Cuántas horas no habría
invertido en el estudio del barroco, privándose de esparcimientos
deportivos o del cultivo del amor adolescente? Taché de nuevo y escribí:
“Notable”. Lopezdebega, notable. Un sueño reparador siguió a la pesadilla.
Había cumplido con mi deber docente

Modificado el ( sábado, 25 de noviembre de 2006 )
 
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