MARIO PENDÁS ( Peñaullán- 1930)

EXPOSICIÓN DE PINTURA Del 18 al 29 de septiembre de 2006
Corredor de la Casa de Cultura de Grado
Inauguración: día 18 a las 19 h.

OTRAS EXPOSICIONES DE MARIO PENDÁS
Caja de ahorros de Asturias, en Avilés
Banco exterior de Grado
Centro Asturiano de Madrid
Círculo Mercantil de Pravia

CUADROS

01-Pumeda (Riberas)
02-Naranjo de Bulnes
03-La Portilla de Angón (Amieva)
04-Taramundi
05-La Vallina- Cañedo (Pravia)
06-Las Brañas (Cudillero)
07-La Celada (Posada de Valdeón)
08-Soto de Caso
09-San Miguel de Lillo
10-San Antolín de Bedón
11-San Pedro de Ávila
12-Frías (Burgos)
13-Zamora
14-Calle de Los Libreros- Clerecía (Salamanca)
15-El-Conventín de Valdediós
16-La Alcazaba /Vélez Málaga)
17-Campos de Numancia
18-La Alberca(salamanca)
19-La Pedrosa (Pajares)
20-Peñaullán
21-Riospasu (Lena)
22-La Peral(Somiedo)
23-Llamas del Mouru (Cangas del Nancea)
24-El Peñeyu(Almurfe)
25-La torre de Arango (Pravia)
26-Vall d’ Uxó (Castellón)
27-Santa Mª del Puerto (Somiedo)
28-Peñas Juntas (Proaza)
29-Santillana del Mar
30-Camín de El Pical (Riberas)
31-Playa de Los Quebrantos (La Arena)
32-Barrio de La Pescadería (Luarca)
33-La Atalaya del Aguilar (Muros)
34-Playa de Xilu (Muros)
35-Lastres
36-Playa de El Aguilar
37-La Tronca (San Esteban)
38-Combarro (Pontevedra)

TEXTOS:
Mario Pendás, “el pintor de Pravia”, persigue con renovado fervor a lo largo y ancho de sus pasos los ínfimos pueblos y quintanas de latierra nutriz, la luz de las horas festivas y cambiantes; crea gracia y color entre cielos brumosos y blanduras de humildes prados; busca y rebusca apacibles rincones en aldeas perdidas de la geografía astur, alcanzando grados óptimos de colorismo en el empleo de los tonos puros hasta matices que son scherzos trémulos de delicadeza. (Nicomedes Santos, “Pepe Galiana”)

Mario Pendás, a lo largo de los años, ha ido recorriendo y conociendo lugares de una enorme belleza y los ha llevado a sus cuadros directamente del natural, pintándolos al aire libre.
Esta muestra recoge rincones de muy distinto signo, de la mar a la montaña, del ámbito rural al urbano.Late un profundo humanismo en los paisajes de Mario Pendás, y hay dos aspectos que llaman poderosamente la atención en su obra pictórica: la composición y la luz.
Las composiciones tienen la virtud de parecer espontáneas y sin embargo son extremadamente cuidadas; las masas se distribuyen de manera compensada, en unos encuadres aparentemente casuales, pero muy estudiados.
En relación a la luz, el pintor, que en muchas ocasiones captó las tierras del sur, sobre todo la de Castilla, se muestra especialmente acertado en la de su tierra asturiana. Por medio de una paleta rica en colorido, que no desprecia los tonos cálidos, muestra predilección por verdes y azules. (Salvador Fernández)

La Nueva España 30/9/06

Mario Pendás, artista pintor
Me queda poco tiempo antes de la inauguración. Me doy prisa. Quiero dar una mirada a la exposición antes de que se forme el barullo; además, debo efectuar cierta comprobación políticamente incorrecta...
Subo a la carrera los grandes escalones de piedra del palacio Valdecarzana y, en el corredor, ahí está: una colección de tres docenas de cuadros.
Me hago con un folleto y leo rápidamente las dos breves reseñas que se hacen del autor: «...luz de horas festivas...», «...encuadres compensados...», «...tonos puros hasta matices que son scherzos trémulos de delicadeza...».
Dejo la lectura y siguiendo la numeración de los cuadros llego a contemplar la hermosa luz suave de «Las brañas de Cudillero», la división infinita del pajizo y el ocre en «Campos de Numancia», los verdes pizarrosos de «Taramundi» o la ventisca, la cellisca, en «Nieve en La Peral».
Aquí, en este cuadro, tengo que detenerme por más tiempo. Esta «manchina» (como le gusta decir a M. Pendás) es la que motiva mi acción fuera de los cánones de la corrección: echo una fugaz ojeada a la estancia y, al comprobar que no hay nadie todavía, separo la tabla de la pared y la levanto para ver lo escrito detrás: 14/4/75.
Casi treinta y dos años. Todo ese tiempo hace que no había vuelto a ver este cuadro. Justo desde el mismo momento en el que Mario acabara de pintarlo: yo, muerto de frío bajo aquella insistente nieve que nos mordía la carne con la congelación de un gélido abril. M. Pendás, en cambio, complemente absorto en su concentrada actividad de colores y pinceles, ajeno a las inclemencias del tiempo.
Mario siempre fue un pintor aventurero, de aire tranquilo y caballete extramuros. No le arredraron nunca las condiciones cambiantes u hostiles de la naturaleza o el clima. Más bien se aprovechó de ellas para conseguir retenerlas y plasmarlas en sus óleos.
Al bajar del puerto de Somiedo, dejados arriba La Peral y el frío blanco, Mario quiso que parásemos en Caunedo. Allí, después de hablar con Benjamín algo de lo que no pude enterarme, vino a sentarse conmigo en una mesa, junto a la estufa de leña. No pasaron varios minutos y, después de habernos puesto mantel y cubiertos, la mujer de Benjamín depositó sobre la mesa la mejor tortilla de bonito que yo creo haber degustado jamás. No sé si en realidad fue tan sabrosa como los años me hacen recordar (aunque es verdad que llevaba pequeñísimos trozos de cebolla sofrita), pero el lugar con la estufa, la camaradería, el cuadro acabado... en fin, todo resultó insuperable.
En aquellos momentos consideré a Mario como una suerte de padre adoptivo.
Bueno, ahora ya está llegando la gente para la inauguración. Tengo que dejar de escribir.
Además... he de saludar al pintor.

Fernando Martínez Álvarez
Pravia